©J. A. Moya
En 1999, dos buceadores deportivos encontraron los restos de un navío que se encontraba lleno de ánforas y que se había hundido en Villajoyosa en el siglo I d.C.
Este pecio fue bautizado Bou Ferrer por sus descubridores -José Bou y Antoine Ferrer, del Club Náutico de la localidad alicantina de Villajoyosa-. Los dos se dedicaban a buscar barcos pesqueros hundidos en la zona y una vez localizados, recopilaban toda la documentación fotográfica de los restos de las barcas y la fauna marina que se asentaba sobre ellas para, posteriormente, mostrar la información a los pescadores que tenían la intriga de saber qué había sido de esas embarcaciones naufragadas.
A finales de 1999, Bou y Ferrer decidieron localizar los restos de La Barqueta, una pequeña embarcación pesquera de madera que había sido hundida intencionadamente en un punto cercano del puerto. Navegaron hasta el lugar que indicaban las coordenadas mediante una sonda acústica. Una vez fondeados y preparados para bajar, un viento de poniente les arrastró 20 metros de su posición inicial. Cuando ellos intentaron levar el ancla tirando de ella, se dieron cuenta de que estaba enganchada y decidieron hacer una inmersión para liberarla. Una vez habían descendido 25 metros, Bou y Ferrer vieron que el ancla estaba enganchada en una vasija que parecía tratarse de un ánfora romana. Ese mismo día realizaron varias inmersiones para corroborar el hallazgo, ya que las aguas turbias de la zona impedían obtener una visión clara.
Cuando las condiciones de visibilidad mejoraron, los buceadores volvieron a la zona con una cámara para tomar fotografías del fondo marino y de los restos arqueológicos que se encontraban allí.
En abril del año 2000, Bou y Ferrer comunicaron su descubrimiento al Museo Municipal de Villajoyosa y entregaron las fotografías que habían tomado. El museo informó al Centro de Arqueología Subacuática de la Comunidad Valenciana y en enero de 2001, los arqueólogos Carlos de Juan y Gustavo Vivar acudieron a la zona. Tras varios intentos fallidos, consiguieron localizar el yacimiento que, lamentablemente no se encontraba en el mismo estado. Se había difundido la voz y otros buceadores habían sustraído un gran número de ánforas.
De esta manera, en mayo de 2001, se puso en marcha un proyecto de protección que preveía la colocación de una estructura sobre el cargamento de ánforas. En 2006, un equipo dirigido por Carlos de Juan y Franca Cibecchini, financiado por la Dirección General de Cultura de la Generalitat Valenciana, la Universidad de Alicante, el Vila Museu y el Club Náutico de Villajoyosa, emprendió las excavaciones del pecio.
Así, los arqueólogos confirmaron que se trataba de una nave romana de unos 30 metros de eslora, lo que la convertía en el mayor barco romano en excavación del Mediterráneo. El navío llevaba un cargamento de aproximadamente, 3000 ánforas. Cada una contenía 40 kg de salsa de pescado elaborada con boquerón, caballa y jurel. Se ha podido situar el navío en el siglo I d.C. ya que, a ambos lados de la sobresquilla, se localizaron 12 lingotes de plomo de Sierra Morena, de 64 kg cada uno, con la marca “Emperador Germánico Augusto”. La madera del barco se hallaba en excelente estado de conservación, lo que ha permitido estudiar su técnica constructiva, llegando a la conclusión, en 2014, de que se trataba de un navío que se construyó en algún astillero de la zona de la actual Nápoles.
Tesoros como estos, descubiertos casi por accidente, nos confirman, una vez más, que el mar ha sido, es y será, un entorno crucial para el transporte y desarrollo.
__
BOU FERRER SHIPWRECK CASE
In 1999, two sport divers found the remains of a ship full of amphorae that had sunk in Villajoyosa in the 1st century AD.
This wreck was baptized Bou Ferrer by its discoverers -José Bou and Antoine Ferrer, from the Nautical Club of the Alicante town of Villajoyosa-. The two were dedicated to searching for sunken fishing boats in the area and once located, they compiled all the photographic documentation of the remains of the boats and the marine fauna that settled on them to later show the information to the fishermen who were intrigued to know what had become of these wrecked vessels.
At the end of 1999, Bou and Ferrer decided to locate the remains of La Barqueta, a small wooden fishing boat that had been intentionally sunk in a spot near the port. They sailed to the place indicated by the coordinates using an acoustic sounder. Once anchored and ready to go down, a westerly wind dragged them 20 meters from their initial position. When they tried to pull up the anchor, they realized that it was hooked and decided to make a dive to free it. Once they had descended 25 meters, Bou and Ferrer saw that the anchor was hooked in a vessel that appeared to be a Roman amphora. That same day they made several dives to corroborate the find, as the murky waters in the area prevented them from getting a clear view.
When visibility conditions improved, the divers returned to the area with a camera to take photographs of the seabed and the archaeological remains found there.
In April 2000, Bou and Ferrer reported their discovery to the Villajoyosa Municipal Museum and handed over the photographs they had taken. The museum informed the Center for Underwater Archaeology of the Valencian Community and in January 2001, archaeologists Carlos de Juan and Gustavo Vivar went to the area. After several unsuccessful attempts, they managed to locate the site, which unfortunately was not in the same state. Word had spread and other divers had removed a large number of amphorae.
Thus, in May 2001, a protection project was launched, which included the placement of a structure over the amphorae shipment. In 2006, a team led by Carlos de Juan and Franca Cibecchini, financed by the General Directorate of Culture of the Generalitat Valenciana, the University of Alicante, the Vila Museu and the Villajoyosa Yacht Club, undertook excavations of the wreck.
The archaeologists confirmed that it was a Roman ship of about 30 meters in length, making it the largest Roman ship excavated in the Mediterranean. The ship was carrying a cargo of approximately 3,000 amphorae. Each contained 40 kg of fish sauce made from anchovies, mackerel and horse mackerel. It has been possible to date the ship to the 1st century A.D., since 12 lead ingots from Sierra Morena, each weighing 64 kg, with the mark “Emperor Augustus Germanicus”, were found on both sides of the envelope. The wood of the ship was in an excellent state of preservation, which has made it possible to study its construction technique, reaching the conclusion, in 2014, that it was a ship that was built in a shipyard in the area of present-day Naples.
Treasures like these, discovered almost by accident, confirm, once again, that the sea has been, is and will be a crucial environment for transportation and development.
__