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En el golfo de Pozzuoli (Nápoles) se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más grandes del mundo. Baia fue una ciudad vacacional de los tiempos de la época romana y fue cubierta por el mar en el siglo III, convirtiéndose en el museo subacuático que es hoy. Desde el año 100 a.C hasta el 500 d.C, las personas de la élite romana construyeron villas en esta área. Cuando estaba en tierra firme, se encontraba sobre las laderas del Campi Flegrei, volcán de aguas termales que antiguamente atraían a los antiguos romanos de la región. La razón por la que la ciudad quedó sumergida fue el llamado fenómeno de Bradisismo, que consiste en un periódico descenso (negativo) o ascenso (positivo) del nivel del suelo, relativamente lento para la escala del tiempo humano -tiende a ser del orden de un centímetro anual-. Generalmente, este fenómeno es debido a variaciones de volumen de una cámara magmática cercana a la superficie que se vacía o se llena influyendo en la temperatura y en el volumen de agua contenida en aquellos subsuelos más porosos.
Los restos de esta ciudad fueron descubiertos a finales de los años sesenta. Tanto la arena, como la posidonia oceánica -característica del Mediterráneo- han contribuido a la conservación de estatuas y mosaicos. Sin embargo, el cambio climático ha afectado en la alteración y parte de la desaparición de la posidonia, dejando al descubierto zonas de la ciudad que antes se encontraban protegidas.
En la década de 1940, un piloto de la fuerza aérea italiana -Riamondo Baucher- descubrió los restos mientras volaba, fotografiando el área de Baia. Desde 2007, el Parque Arqueológico Subacuático de Baia se convirtió en Área Marina Protegida para favorecer y regular la actividad de los buceadores.
Este ejemplo es una de las maravillosas muestras que deja la naturaleza. Sin embargo, el buceo como práctica responsable y regulada, así como las pequeñas acciones para combatir el cambio climático son conceptos clave para garantizar su preservación y la transmisión de este tipo de museos a generaciones futuras.
Pincha aquí para visualizar el vídeo de exploración.
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UNDERWATER ARCHAEOLOGICAL PARK OF BAIA
In the gulf of Pozzuoli (Naples) is one of the largest archaeological sites in the world. Baia was a resort town from Roman times and was covered by the sea in the 3rd century, becoming the underwater museum it is today. From 100 BC to 500 AD, the Roman elite built villas in this area. When it was on dry land, it was located on the slopes of Campi Flegrei, a hot springs volcano that once attracted the ancient Romans to the region. The reason why the city was submerged was the so-called phenomenon of Bradisism, which consists of a periodic descent (negative) or ascent (positive) of the ground level, relatively slow for the scale of human time -it tends to be of the order of one centimeter per year-. Generally, this phenomenon is due to variations in the volume of a magmatic chamber near the surface that empties or fills, influencing the temperature and the volume of water contained in the more porous subsoils.
The remains of this city were discovered in the late 1960s. Both the sand and the oceanic posidonia -characteristic of the Mediterranean- have contributed to the preservation of statues and mosaics. However, climate change has affected the alteration and part of the disappearance of the posidonia, exposing areas of the city that were previously protected.
In the 1940s, an Italian air force pilot -Riamondo Baucher- discovered the remains while flying, photographing the Baia area. Since 2007, the Baia Underwater Archaeological Park became a Marine Protected Area to encourage and regulate the activity of divers.
This example is one of the marvelous samples left by nature. However, diving as a responsible and regulated practice, as well as small actions to combat climate change are key concepts to ensure its preservation and the transmission of such museums to future generations.
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